Oh, padre de mi padre,
maestro de hebreo, instructor
y memoria de los grafos venidos
arenas del desierto viejo,
huellas de un gran pez atado a una cuerda
sin barcarola de vela,
a remo y remo de la pasión
lenguaje llegado en los vientos
y los bastos sagrados rugiendo.
Abuelo Buk,
amado por toda Villa Devoto
angosta calle Artigas allí tu casita
de pocos ladrillos
y algunas piedras sobre piedras…
hoy un colegio lleva tu nombre
maestro,
como me hubiera gustado besarte la frente.
Lo recuerdo,
Alicia de mi alma,
como tu conejo de redingote verde
por el reloj de poche,
por no tener nunca tiempo
y los labios en dicción de una fonética
litúrgica, de los rollos sacros envueltos
revueltos en terciopelo.
Me fascinaba verlo a hurtadillas
escucharlo cantar…
sabes Alicia? él no me veía
estaba yo acurrucada
debajo de la parra que serpenteaba vino verde
y abejas,
yo soñaba que él me mirara y dijera
rosita…rosita…
pero, es que yo no era varón
y las niñas callaban, siempre callaban
sus ansias y sus palabras nuevas.
Así era mi aldea,
pero, nunca tuve pertenencia,
canté en las siganogas
y nunca me enseñaron hebreo antiguo
camté, sí, con una extraña emoción
escalofríos
temblor y miedos… con gran respeto.
Lo recuerdo bien,
Alicia, lo recuerdas tú? lo ves?
se colocaba una kipá de algodón sobre sus blancos cabellos
cuando salía la vespertina estrella,
y la señora, que era su mujer, que no mi abuela…
encendía las siete velas
y la sala tan pobre
de hadas mías se llenaba, revoloteando,
y él…creo
que así me percibía.
Y yo me iba a dormir en paz
en alto jergón de pájaros vivos
migrando a tus laberintos, Alicia,
buscando tu conejo blanco de oreja rosadas
abrazándome a ti, fuerte, muy fuerte
dos lágrimas en dos tazas de té, y nos prometíamos.
© 2008 Rosa Buk
La imagen y la música en cada poema fueron elegidas por Rosa Buk, cuando los publicó por primera vez en poesiapura.com